Las viviendas afectadas por la DANA que azotó Valencia en 2024 han experimentado graves problemas de humedad, una consecuencia directa de las inundaciones y lluvias torrenciales. Estas humedades no solo generan daños estructurales, sino que también representan un riesgo para la salud de los habitantes debido al desarrollo de moho y bacterias. Para abordar este problema de manera efectiva, es fundamental implementar una serie de soluciones integrales que permitan restaurar las viviendas y prevenir futuros deterioros.
En primer lugar, es esencial realizar un diagnóstico detallado de los daños. Las humedades pueden manifestarse de distintas formas, como filtraciones, capilaridad o condensación, y cada una requiere un tratamiento específico. De esta manera, una inspección inicial por parte de expertos ayudará a identificar las áreas afectadas y determinar las causas subyacentes, asegurando que las medidas adoptadas sean adecuadas para cada caso.
El secado de los materiales afectados es una prioridad inmediata tras una inundación. Así, es necesario retirar rápidamente el agua estancada y utilizar deshumidificadores industriales, ventiladores y calefactores para eliminar la humedad acumulada en paredes, suelos y techos. Además, abrir ventanas y puertas para ventilar los espacios contribuye a acelerar el proceso, aunque esto debe realizarse con precaución si las condiciones climáticas son húmedas.
La reparación de las estructuras dañadas es otro paso crítico. Las paredes con revestimientos deteriorados o yesos descompuestos deben ser tratadas adecuadamente, cosa que puede implicar eliminar los materiales dañados, aplicar tratamientos antihumedad y utilizar revestimientos resistentes a la humedad. En casos más severos, puede ser necesario instalar barreras impermeabilizantes internas o externas para evitar futuras filtraciones.
Una de las soluciones más efectivas para combatir la humedad por capilaridad es la inyección de resinas hidrófugas en las paredes. Este tratamiento crea una barrera que impide que el agua ascienda desde los cimientos, manteniendo las estructuras secas. Este tratamiento es el idóneo en caso de filtraciones, ya que la impermeabilización de techos, terrazas y sótanos con membranas específicas es fundamental. Y en el caso de humedades por condensación, mejorar la ventilación natural o instalar sistemas de ventilación mecánica controlada ayudará a equilibrar la humedad ambiental y prevenir la formación de moho.
Otro aspecto clave para evitar futuros problemas de humedad es la prevención. Tras una inundación, es recomendable revisar y reforzar las medidas de protección contra el agua. Esto incluye limpiar y desatascar desagües, instalar bombas de achique en zonas propensas a inundaciones y mejorar los sistemas de evacuación de aguas pluviales. También es importante verificar el estado de las cubiertas y realizar mantenimientos periódicos para garantizar su capacidad de impermeabilización.
En cuanto a los materiales, optar por soluciones constructivas que sean resistentes al agua y a la humedad puede marcar una gran diferencia, tal y como nos recuerdan desde Planit, quienes nos apuntan que materiales como morteros impermeabilizantes, pinturas antihumedad y aislantes térmicos específicos ayudan a proteger las viviendas de futuras inclemencias. En zonas especialmente vulnerables, elevar los niveles de los suelos o construir pequeños muros de contención puede ser una medida preventiva eficaz.
Finalmente, no debe pasarse por alto la importancia de cuidar la salud de los habitantes. Y es que la presencia de moho y hongos debido a la humedad puede desencadenar problemas respiratorios y alergias. Por ello, es crucial eliminar cualquier rastro de estos organismos mediante una limpieza profunda con productos específicos. Si el moho ha penetrado en materiales porosos como madera o textiles, puede ser necesario reemplazarlos para garantizar un ambiente saludable.
¿Qué sucedió en Valencia por la DANA?
La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que afectó a Valencia en 2024 fue un fenómeno meteorológico extremo caracterizado por lluvias torrenciales, vientos intensos y una elevada acumulación de agua en cortos periodos de tiempo. Este tipo de fenómenos ocurre cuando una masa de aire frío en las capas altas de la atmósfera interactúa con aire cálido y húmedo en la superficie, generando tormentas severas y precipitaciones intensas.
El impacto de la DANA, que además de Valencia también afecto a zonas de Castilla-La Mancha, no solo se midió en términos materiales, sino también en la vida de las personas, en especial de aquellas que no pudieron salvar su vida. Además, las pérdidas económicas incluyeron daños a propiedades, negocios y cultivos, mientras que la interrupción de las actividades cotidianas afectó a miles de familias. Además, el estrés psicológico por la pérdida de hogares y la incertidumbre fue significativo.
El evento también subrayó la necesidad de fortalecer las medidas de prevención frente a fenómenos extremos, como mejorar los sistemas de drenaje, implementar infraestructuras resilientes al clima y educar a la población sobre cómo actuar ante estas situaciones.